Puede que sientas que por más pasos que das, no logras avanzar o crecer.
Uno de los recuerdos de mi niñez que más paz me trae, es el de los paseos que daba con mis padres a los hermosos ríos del pueblo donde nací y crecí, Altagracia de Orituco, estado Guárico. Paseábamos en un camión Ford 750 del año 1978, un camión bastante alto, en el que sentía que era muy grande, por la altura que tenía. Mientras andábamos, y a la vez rebotamos cada vez que daba un salto el camión, me quedaba admirando los hermosos paisajes que nos llevaban al Parque Nacional Guatopo.
Cuando sientes una conexión con algo, hazle caso y analiza la razón
Mi padre solía llevarnos a los diferentes ríos con frecuencia, y en esos recorridos soñaba despierta como siempre acostumbro a soñar. Jugaba con mis pensamientos que siempre me han llevado donde quisiera estar.
Por alguna extraña razón, sentí una profunda conexión con los bambúes que crecían en estos bosques. Lo que más me gustaba de ellos era su altura, su apariencia esbelta y el hecho de que no importaba lo altos que crecieran, no se rompían. ¿Pero por qué con los bambúes?
Pues, no lo sé, lo cierto es que hace un par de años, ya con unos 30 años y más encima, me encontraba pensando en mi progreso, me sentía estancada, sentía que por más cosas que hacía seguía siempre en el mismo lugar, y hubo alguién que me dijo que yo estaba siendo dura conmigo misma, que no estaba viendo todo lo que había logrado y que lo más probable que mi crecimiento podría ser como el de bambú.
Recordé enseguida todos esos momentos que les conté al inicio, y dije: ¡no puede ser casualidad la conexión que siempre sentí con ellos!
Paciencia, resiliencia y perseverancia
Al bambú se le llama el árbol paciente, porque unas semillas plantadas pueden llegar a pasar años sin germinar, para después empezar a crecer explosivamente. Así mismo yo estaba marcando un hito en mi vida, en el que me dí cuenta que todos los pasos que había dado me habían llevado a un punto bien alto desde el lugar donde comencé, que aún faltaba y sigue faltando mucho, pero ya esas semillas de trabajo, dedicación, formación y acción, estaban germinando.
Cuando empezamos nuestro camino de desarrollo personal y profesional podemos llegar a creer que no hemos logrado nada, que estamos estancados, puede que pasen años y no suceda nada, sin embargo hay cosas que no estamos viendo, cada conocimiento que adquirimos, cada habilidad que desarrollamos y cada valor que infundamos en nosotros nos está haciendo personas sólidas y fuertes hechas para afrontar el éxito.
Así como el bambú, después de años de aparente inactividad finalmente emerge del suelo, así mismo sucede con nosotros, llega ese momento en que empezamos a ver logros unos tras otros, unos más notables y significativos, y estos se producen tras un largo período de preparación y desarrollo interno que no se notaba pero era evidente.
En la vida, también enfrentamos momentos en los que parece que nuestros esfuerzos no dan frutos de inmediato. Podemos sentirnos desalentados, preguntándonos si nuestros sueños y metas se cumplirán alguna vez. Pero el bambú nos enseña la importancia de la perseverancia y la paciencia.
Al igual que el bambú, debemos seguir trabajando diligentemente en nosotros mismos, cultivando nuestras habilidades, nutriendo nuestras relaciones y manteniendo una mentalidad positiva. Aunque no veamos resultados inmediatos, cada pequeño paso que damos nos acerca un poco más a nuestro crecimiento personal y el logro de nuestras metas.
Otro aspecto del bambú que me quedó marcado para siempre es su flexibilidad, que en lugar de resistir a los vientos fuertes, se dobla sin romperse, adaptándose a las condiciones cambiantes. Aprendiendo de él que también nos enfrentamos a situaciones imprevistas y desafiantes y será nuestra capacidad de adaptación y flexibilidad la que nos permita sobrevivir y crecer incluso en los momentos más difíciles. y como siempre digo, ver el lado positivo de todo, sabiendo que todo absolutamente todo lo que nos pasé nos deja aprendizaje.
No te rindas, tu crecimiento también puede ser como el del bambú
En conclusión, siéntete como el bambú. Cuando creas que nada está dando resultados, cuando te sientas impaciente, desmotivado o estés pasando por momentos difíciles, como un divorcio, un despido, la muerte de un ser querido, inestabilidad económica, depresión, ansiedad, cosas aparentemente insuperables, mantén tus raíces firmes y sigue trabajando en tus habilidades, sé flexible ante los desafíos y sigue creciendo hasta alcanzar la luz y empieces a brillar.
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